Conclusiones

 A pesar de los avances en inteligencia artificial, estos sistemas carecen de la experiencia subjetiva y la autoconciencia que caracterizan a la mente humana. La IA puede procesar grandes volúmenes de datos y realizar tareas complejas, pero sin una verdadera comprensión del contexto o un sentido de identidad, no es capaz de experimentar el mundo de manera auténtica. Desde un punto de vista humano, la conciencia implica más que la capacidad de responder a estímulos; requiere la habilidad de experimentar, interpretar y comprender de forma genuina y personal, aspectos que la IA no posee.

Aunque la IA puede simular comportamientos que parecen humanos, esto no implica que posea conciencia. Atribuir características humanas a la IA (antropomorfismo) puede llevar a confusión y expectativas erróneas, haciendo que las personas interpreten erróneamente las capacidades de estos sistemas. Desde un punto de vista humano, es crucial mantener una perspectiva realista sobre las limitaciones de la IA para evitar dilemas éticos, como el mal uso de la tecnología o los riesgos asociados con la pérdida de control sobre sistemas que no entienden ni comparten nuestros valores o emociones.

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